Se hiergue con sus dedos multiformes en una suplica por aire,
por ese espacio inmenso que se le abre donde los hombres,
sólo son pasajeros de circunstanciales pajaros frios.
Desde su centro,
multiples castañulas de vida abren sus valvas en un conjuro de multiplicación,
buscando una eternidad terrenal. Desagarra las entrañas de la tierra,
con sus deseos profundos de ser tierra
y desde ella seguir livando la esencia que le enerva y pone en pie.
Su esfuerzo se corana, no suda y es llama que no quema,
desde sus anillos concentricos va contando
en minutos, segundos y eternidades su propio camino,
testificando su existencia y la caricia que le da a cada brisa que le atraviesa.
Enarbola su corona y dejando la melena al viento,
se deja ver magnifico y sublime, caracteristico como su propio nombre, alegre sonrisa cantada,
dejando sonar en el aire una sonrisa y la idea de un lugar donde todo puede ser alegría.