Surgio la silueta de su ser tan felino y fue tomando con sonrisas mis hilos, en un silente baile ronrronendole a mi instinto, me buscó sin enfado y a su alero, dando tumbos me acerque danzando.
La violenta fatiga de un respirar hondo y un baile que sólo daba respiro a la ilusa idea de encontrarla en otro espacio, otro tiempo, otras vidas o quizá donde nada importe y donde todo sea, sólo ser.
Su silueta se aleja y dando saltos de gato a la deriva veo alejarse su mano de mis dedos.
Mis dedos, seducidos por el tacto no la olvidan y conservan en la piel el calor de su paso, un calor que quería ser fuego, un calor que adivinaba las profundidades no encontradas, donde el respirar se hace jadeo y los sabores se confunden en besos muy calidos, ese bailar tan cerca que no es de a dos...
El silencio de su andar tan distante, dejó espacio a los recuerdos, ideas de un algo que no fue, sino sólo, un quizá en la noche de felinos que no se encuentran.
De su paso por mi piel sólo quedan las sedas de una caricia robada al deseo, un baile sin música donde el abrazo sea tan intenso, como la idea de poder estar tan desnudos que los cuerpos no sean dos,
sino uno.