Serena,
palida,
como una gota de lluvia sobre el vidrio del adios
¿donde estas ?
Que es de tu risa que me llevó a ver más allá del regazo del sol...
No te vi, sólo senti tu paso que se alejaba,
sentí tu andar seguro y tan suave como en la llegada,
para quedar frente a mi desición,
para verme con las costillas tan frias
como en el adios del anden.
Tu tren se alejó y me quede
sabiendo que te deje partir,
que te dije adios cuando eras presente
sabiendo que en el adios,
el deseo corría tras el tren como niño que se sabe huerfano
y va tras de su origen.
Me quedo y en mi habita el ego de saber que me amaste ,
que te amé
y que quizá aún,
que quizá,
que...
Siluetas, se desvanecen en el horizonte,
una lluvia de penas se descuelgan desde el borde de mis ventanas abiertas
pero el paso sigue firme, sigue en busca,
sigue
con la certeza de que el siguiente paso,
dolerá menos que todos los otros
y que aún cuando el bullicio de los sordos arlequines
me daña, su existencia me da certeza de estar en movimiento