Allí quedaron, sin más novedad que su quietud, sin más certeza que el vacio. Ese inmenso vacio que pueden sentir los inertes, esos que le deben a un alguien la existencia. Si pues los hay que se llenan de no una sino muchas vidas gracias a que ese alguien les toma, les conduce, les utiliza y desde el más elevado de los despliegues humanos le otorga valor sin parangon a los inutiles objetos que en manos de "el alguien" son sencillamente luz para la ceguera y voz de los que no saben gemir.
Ella ya no llevara como lo hiciera alguna vez la luz de su imaginacion desbordada a la cima de una pluma vital en pos de las letras que hablaron de tantos y de tantas cosas; tampoco tecleara sobre oscuras y sonoras maquinas mecanicas palabras y frases en pos de un Procer o una sencilla vida proletaria, ya la computadora con sus bits y claps no dejara registro sino de lo que hace mucho ya habia dejado en ella, todos esos objetos, perfecciones del hombre que facilitan la vida pero que en manos de quien sabe, se convierten en mas que si mismos se transforman en puente de oro para quienes desde la butaca revisan en palabras dichas los dialogos que ella, usandoles sin mas vida que la que vivio, les ha convertido en acciones, en vitales acciones de un relato eterno...
Allí quietosy si haber dicho adios sino hasta pronto, quedan los objetos. Nosotros nos quedamos con tus obras para que otros las conozcan y disfruten y tan solo con un ¡Mierda! ¡Mierda!, te decimos Hasta siempre Isidora